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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Amores malditos

Belleza galante,
Malvado semblante,
Mirada distante,
En la orilla expectante,
Al perdón de su amante.

En un banco la eternidad pasa,
Donde antes su amor consumía,
Pero no con quien debía,
Sino con una chica de su propia casa.

Ella era la hermana,
Que a su yerno amaba,
Y al oído le decía,
Que más que a nada la quería.

En ese mismo banco les pilló,
Y con un cuchillo amenazó.
Un ramo de flores llevaba,
Para regalarle a su novio cuando llegara.

Quitarse la vida quería,
Pues el era lo que más quería.
Su alma negra se volvía,
Y un pacto con el demonio haría:
Que ese desgraciado no encuentre descanso,
Que no cese este encanto.
Y cada noche me presentaré de blanco,
Para poder ver su espanto.

Y este pobre diablo sigue esperando,
Al cese de su escarnio.
Para poder ser perdonado,
Y por su chica ser amado.

Juan Almena

jueves, 28 de noviembre de 2013

Esperando en los sueños

El humo envolvía el lugar, creando una niebla grisacea que apenas permitía ver.

Chen se sentía como si estuviera enredada entre espinas, cuanto más se movía, más dolía. Tenía tantas heridas que de sus ojos brotaban lágrimas de sangre. El dolor punzante recorría su cuerpo y acababa en el pozo de tristeza que guardaba, escondido, en su corazón.
A lo lejos le pareció ver a un hombre, entre las sombras. Se movía hacia ella y extendía su mano intentando alcanzarla.

Esta horrible visión la despertó de su descanso, su corazón le latía a mil por hora. Sin embargo, cuando giró la cabeza vio que el hombre de sus sueños estaba allí, a su lado, mirándola con un rostro tranquilo pero muy inquietante. La chica quedó paralizada por el miedo.

Cuando por fin pudo reaccionar, Chen salió corriendo de la habitación, atravesó corriendo el pasillo del hotel y se metió en el ascensor. Pulsó todos los botones, quería escapar de ese oscuro lugar, esa pesadilla onírica que la atormentaba. Pero el ascensor no se movía, ¡ni siquiera se cerraba la puerta!

Chen empezó a pensar que aquello era imposible, ¿de qué estaba huyendo?, lo más probable es que todo fuera un malentendido, un producto de su imaginación, y este ascensor averiado no le conducirá a ninguna parte.
La única salida era regresar a su cuarto, calmarse, y ver que todo era un malentendido. Asi que avanzó con pasos decididos hacia la oscuridad.

Cuando ella se fue, el ascensor se puso en marcha y abandonó esa planta. Dejando así que Chen avanzara, sin ser consciente de que ese hombre seguía en la habitación, sentado y sonriendo ante la idea de que ella vendría hasta él. Ese ser estaba tan feliz porque la chica no podría evitar que sus caminos se cruzasen de nuevo. Simplemente jugaba con su presa hasta que se diera por vencida.

La grabación de las cámaras del ascensor, que son el único testimonio del macabro suceso, sería la última imagen de ella con vida.

Juan Almena
Inspirado en el suceso de Elisa Lam




domingo, 24 de noviembre de 2013

Nevermind

Gabriel iba a ver a su novia, ella estaba enfadada y él quería hacer las paces, pero en lugar de ello recibe una humillación delante de todos. Ella devoró su corazón, y todos se convirtieron en sombras, parecía que estaban muy lejos, en otra dimensión,

lejos de entender como se sentía, qué estaba pasando en su interior.

Entonces Gabriel se fue de allí y la llamó horas más tarde. Cortó con ella. Ambos sabían en el fondo que se había acabado la pasión. Muchas voces le decían a Gabriel que no lo hiciera, pero él pensó que era lo que había que hacer, lo que le haría sentir mejor. Él es el único que puede decidir sobre su destino, cualquiera que lo intentará sería muy egoísta.

Así que por fin dio el primer paso, el ángel negro cogió su mano y bajaron hasta unas tinieblas tan oscuras que daba la sensación de que el cuerpo se quedaba atrás y empezaba a levitar.

Juan Almena.

martes, 19 de noviembre de 2013

Recuerdos congelados

Una chica mira por una ventana. Su pelo cobra un brillo especial iluminado por los rayos de la luna, y su mirada es fría como el hielo, pero tiene unos ojos preciosos, violetas como los de Audrey Hepburn.

Le llaman estrella por su tatuaje en forma de estrella que lleva en la espalda. Trabaja desde niña en un bar hasta que cae la noche.
Cuando bebe, ve su cara reflejada en una botella, como un espejo de una juventud que le están robado.
Es una chica que nunca se mete en líos, pero hay veces que los líos pueden encontrarte.

Cuando todos los borrachos se han ido a dormir, entra un hombre con la cara descompuesta. Parece la muerte en vida.
Este hombre de aspecto casi fantasmal se llama Antoine.
Siempre lleva consigo una bombona de oxígeno, tiene que usarla cada poco tiempo con una mascarilla. Entre toses, Antoine llama a la camarera. Estrella se acerca.
- ¿Dónde está Juan?
- Ha tenido que ir a casa -dice Estrella.
- Dile que venga ahora mismo.
- Vamos a cerrar ya, mañana puedes venir y hablar con él.
Antoine se pone la mascarilla y da una bocanada de aire. Agarra a Estrella del brazo.
- Mira he venido desde muy lejos sólo para verle, ¡asi que ve a buscarlo!

Sus palabras sonaron como un rugido de un león viejo al que le queda poco de vida.
Antoine saca una pistola y la apunta. Ella, asustada, obedece y va hacia la puerta, pero él la detiene.
Su lengua se cuela entre los dientes que le faltan y lame su cara. Excitado, trata de arrancarle la ropa pero ella se resiste. La pone contra la mesa y le rasga los pantalones. Tira fuerte de su pelo, desde atrás, y ella chilla de dolor, pero coge una botella y le golpea en la cara. Estrella corre hacia la calle.

Fuera está nevando, y ella está casi desnuda. Pero Antoine se acerca, así que huye, y sin darse cuenta llega al bosque. Su piel está morada del frío, y cuando camina, las ramas le arañan por todo el cuerpo. Ella cae de rodillas contra las rocas y empieza a sangrar.

A Antoine nunca se le volvió a ver, quizás murió congelado. Pero Estrella, sigue perdida en ese bosque, huyendo por siempre aunque ya ha olvidado qué es lo que la persigue. A veces su fantasma aparece en el bosque, con cara de pánico y susurra: los buhos se comieron mis ojos.


JUAN ALMENA



Miedo

Una moneda se ha lanzado al aire, dando vueltas en un cielo de tormenta. Vemos a Violeta avanzar por el andén de un tren. No hay nadie en la estación, es un lugar con una decoración clásica, con columnas de mármol y unas ventanas que dan a un exterior tormentoso. Una voz suena a su espalda.
- ¿Qué haces aquí?
Se gira y ve a un hombre, aunque más bien parece una sombra. Viste todo de negro, con una cara blanca que contrasta con su ropa y muy alto, inmenso.
- No se cómo he llegado hasta aquí - dice ella.
El hombre se acerca y deja ver unos ojos grises y profundos. Unos ojos en los que puedes sumergirte y perderte, un abismo hacia la nada.
La chica permanece quieta ante la presencia de aquel hombre, no se parece a nadie que haya visto antes, da escalofríos. Él la coge de la mano y Violeta empezó a sentir mucho frío. Y un dolor punzante. Baja la cabeza y ve un corte en su muñeca.
- Ahora lo recuerdo, intenté suicidarme, pero yo no quería. -Una lágrima resbaló de su mejilla- No quería llegar a esto, sólo quería escapar, pero ahora tengo miedo. Quiero ir a casa, ¡déjame volver!
- No puedo, te estás hundiendo demasiado rápido para salvarte.
- Por favor...
Se oye un pitido, el tren se acerca. Antes de que llegue, el hombre empuja a Violeta y cae a la vía.
- Has llegado demasiado pronto Violeta, así que te daré una oportunidad. Podrás tener una nueva vida, aunque te advierto que cuando lo pierdas todo volveré a verte. Los años en vida no son nada en comparación con los años que pasarás conmigo, te lo aseguro.
El tren está cada vez más cerca y ya sólo se ve una luz cegadora. El tren la atropella y de su cuerpo brotan mariposas que vuelan en todas direcciones buscando la luz.

JUAN ALMENA