martes, 19 de noviembre de 2013

Recuerdos congelados

Una chica mira por una ventana. Su pelo cobra un brillo especial iluminado por los rayos de la luna, y su mirada es fría como el hielo, pero tiene unos ojos preciosos, violetas como los de Audrey Hepburn.

Le llaman estrella por su tatuaje en forma de estrella que lleva en la espalda. Trabaja desde niña en un bar hasta que cae la noche.
Cuando bebe, ve su cara reflejada en una botella, como un espejo de una juventud que le están robado.
Es una chica que nunca se mete en líos, pero hay veces que los líos pueden encontrarte.

Cuando todos los borrachos se han ido a dormir, entra un hombre con la cara descompuesta. Parece la muerte en vida.
Este hombre de aspecto casi fantasmal se llama Antoine.
Siempre lleva consigo una bombona de oxígeno, tiene que usarla cada poco tiempo con una mascarilla. Entre toses, Antoine llama a la camarera. Estrella se acerca.
- ¿Dónde está Juan?
- Ha tenido que ir a casa -dice Estrella.
- Dile que venga ahora mismo.
- Vamos a cerrar ya, mañana puedes venir y hablar con él.
Antoine se pone la mascarilla y da una bocanada de aire. Agarra a Estrella del brazo.
- Mira he venido desde muy lejos sólo para verle, ¡asi que ve a buscarlo!

Sus palabras sonaron como un rugido de un león viejo al que le queda poco de vida.
Antoine saca una pistola y la apunta. Ella, asustada, obedece y va hacia la puerta, pero él la detiene.
Su lengua se cuela entre los dientes que le faltan y lame su cara. Excitado, trata de arrancarle la ropa pero ella se resiste. La pone contra la mesa y le rasga los pantalones. Tira fuerte de su pelo, desde atrás, y ella chilla de dolor, pero coge una botella y le golpea en la cara. Estrella corre hacia la calle.

Fuera está nevando, y ella está casi desnuda. Pero Antoine se acerca, así que huye, y sin darse cuenta llega al bosque. Su piel está morada del frío, y cuando camina, las ramas le arañan por todo el cuerpo. Ella cae de rodillas contra las rocas y empieza a sangrar.

A Antoine nunca se le volvió a ver, quizás murió congelado. Pero Estrella, sigue perdida en ese bosque, huyendo por siempre aunque ya ha olvidado qué es lo que la persigue. A veces su fantasma aparece en el bosque, con cara de pánico y susurra: los buhos se comieron mis ojos.


JUAN ALMENA



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