Entonces Gabriel se fue de allí y la llamó horas más tarde. Cortó con ella. Ambos sabían en el fondo que se había acabado la pasión. Muchas voces le decían a Gabriel que no lo hiciera, pero él pensó que era lo que había que hacer, lo que le haría sentir mejor. Él es el único que puede decidir sobre su destino, cualquiera que lo intentará sería muy egoísta.
Así que por fin dio el primer paso, el ángel negro cogió su mano y bajaron hasta unas tinieblas tan oscuras que daba la sensación de que el cuerpo se quedaba atrás y empezaba a levitar.
Juan Almena.

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