miércoles, 11 de diciembre de 2013

Amores malditos

Belleza galante,
Malvado semblante,
Mirada distante,
En la orilla expectante,
Al perdón de su amante.

En un banco la eternidad pasa,
Donde antes su amor consumía,
Pero no con quien debía,
Sino con una chica de su propia casa.

Ella era la hermana,
Que a su yerno amaba,
Y al oído le decía,
Que más que a nada la quería.

En ese mismo banco les pilló,
Y con un cuchillo amenazó.
Un ramo de flores llevaba,
Para regalarle a su novio cuando llegara.

Quitarse la vida quería,
Pues el era lo que más quería.
Su alma negra se volvía,
Y un pacto con el demonio haría:
Que ese desgraciado no encuentre descanso,
Que no cese este encanto.
Y cada noche me presentaré de blanco,
Para poder ver su espanto.

Y este pobre diablo sigue esperando,
Al cese de su escarnio.
Para poder ser perdonado,
Y por su chica ser amado.

Juan Almena

martes, 10 de diciembre de 2013

Belleza galante,
Malvado semblante,
Mirada distante,
Tras la ventana espectante,
Al perdón de su amante.

El viento acaricia unas cortinas viejas y rajadas mientras a lo lejos ruge de forma feroz.

Unas manos blancas las apartan. Una mirada melancólica aparece, de alguien sumido en tinieblas, que a pesar de estar cansado, su sueño no acaba nunca.

Es un recuerdo con patas, un comienzo sin fin, pero sobre todo un alma inquieta.
Echa de menos a su amor, y ella está esperándole en el otro lado. Pero él no se da cuenta, y permanece allí, triste, hasta que venga a buscarle el olvido.

Un rayo de luna acaricia su rostro, pero cuando mira descubre que no es la luna, es una luz que lo absorve, y siente paz, el descanso eterno con su amor, para siempre.

Juan Almena.



lunes, 2 de diciembre de 2013

Soñando con que seas mía una vez más

Dices que tus labios son míos, pero tu saliva es como un ácido para mí.
Tus ojos pueden leerme como un libro abierto, pero los míos apenas pueden conocer tu identidad.
Tu pelo es oscuro y precioso como una noche sin estrellas, pero cuando me roza son cuchillas que arañan mi piel.

Eres la rosa más bonita del jardín, una rosa en lo alto de un muro.
Yo trepo intentando cogerte y sólo consigo que mis manos desnudas se lastimen.
Lo único que puedo hacer es observarte desde el suelo, soñando con que seas mía una vez más.


jueves, 28 de noviembre de 2013

Esperando en los sueños

El humo envolvía el lugar, creando una niebla grisacea que apenas permitía ver.

Chen se sentía como si estuviera enredada entre espinas, cuanto más se movía, más dolía. Tenía tantas heridas que de sus ojos brotaban lágrimas de sangre. El dolor punzante recorría su cuerpo y acababa en el pozo de tristeza que guardaba, escondido, en su corazón.
A lo lejos le pareció ver a un hombre, entre las sombras. Se movía hacia ella y extendía su mano intentando alcanzarla.

Esta horrible visión la despertó de su descanso, su corazón le latía a mil por hora. Sin embargo, cuando giró la cabeza vio que el hombre de sus sueños estaba allí, a su lado, mirándola con un rostro tranquilo pero muy inquietante. La chica quedó paralizada por el miedo.

Cuando por fin pudo reaccionar, Chen salió corriendo de la habitación, atravesó corriendo el pasillo del hotel y se metió en el ascensor. Pulsó todos los botones, quería escapar de ese oscuro lugar, esa pesadilla onírica que la atormentaba. Pero el ascensor no se movía, ¡ni siquiera se cerraba la puerta!

Chen empezó a pensar que aquello era imposible, ¿de qué estaba huyendo?, lo más probable es que todo fuera un malentendido, un producto de su imaginación, y este ascensor averiado no le conducirá a ninguna parte.
La única salida era regresar a su cuarto, calmarse, y ver que todo era un malentendido. Asi que avanzó con pasos decididos hacia la oscuridad.

Cuando ella se fue, el ascensor se puso en marcha y abandonó esa planta. Dejando así que Chen avanzara, sin ser consciente de que ese hombre seguía en la habitación, sentado y sonriendo ante la idea de que ella vendría hasta él. Ese ser estaba tan feliz porque la chica no podría evitar que sus caminos se cruzasen de nuevo. Simplemente jugaba con su presa hasta que se diera por vencida.

La grabación de las cámaras del ascensor, que son el único testimonio del macabro suceso, sería la última imagen de ella con vida.

Juan Almena
Inspirado en el suceso de Elisa Lam




lunes, 25 de noviembre de 2013

En las profundidades

Elise se encontraba en el bosque, era un bosque tan profundo que los rayos de sol apenas podían pasar entre los árboles, sumiendolo todo en una semipenumbra.
A su alrededor sonaban ruidos de criaturas escondidas, depredadores acechando en la oscuridad, preparando sus colmillos para satisfacer su sed de sangre.

Pero Elisa llevaba una antorcha, y esas bestias no osaban acercarse a la luz. Caminaba con paso tembloroso, con cuidado de no poner un pie en falso, ya que ni se imaginaba lo que esas bestias de la noche le podían hacer.
Exhaló una enorme calada de aire para tranquilizarse y continuó avanzando. Un sudor frío corría por su frente.
Sus pasos se detuvieron cuando vio una sombra delante de ella. Esta sombra no se apartaba.

De pronto la sombra avanzó como un rayo hacia ella y pudo ver el brillo de unos colmillos y unos ojos rojos.

Elise dio un grito de terror, pero sus brazos se movieron muy rápido, de forma casi automática, y sus dedos se convirtirton en garras. Su oponente aulló de dolor. En un momento le había rebanado el cuello y una fuente de sangre salpicó el lugar. Ella guardó un poquito en un frasco.
- Venid a por mí si os atrevéis, ¡soy Elise, debordora de almas!


Juan Almena

domingo, 24 de noviembre de 2013

Nevermind

Gabriel iba a ver a su novia, ella estaba enfadada y él quería hacer las paces, pero en lugar de ello recibe una humillación delante de todos. Ella devoró su corazón, y todos se convirtieron en sombras, parecía que estaban muy lejos, en otra dimensión,

lejos de entender como se sentía, qué estaba pasando en su interior.

Entonces Gabriel se fue de allí y la llamó horas más tarde. Cortó con ella. Ambos sabían en el fondo que se había acabado la pasión. Muchas voces le decían a Gabriel que no lo hiciera, pero él pensó que era lo que había que hacer, lo que le haría sentir mejor. Él es el único que puede decidir sobre su destino, cualquiera que lo intentará sería muy egoísta.

Así que por fin dio el primer paso, el ángel negro cogió su mano y bajaron hasta unas tinieblas tan oscuras que daba la sensación de que el cuerpo se quedaba atrás y empezaba a levitar.

Juan Almena.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Frozen memories

In a little town there's a pub called "four roses". In this little pub there's a window, and there's a little girl looking through the window. She's 19 years old, she's almost a woman. The moonlight touchs her and let us see a beuty violet eyes like Audrey Hepburn's eyes.

She's called Estrella, becouse she has a black star in her shoulder. She works in the pub since she was a child.
Estrella doesn't like troubles, but sometimes the troubles found you.

When all the drunk people goes to sleep, a men with ugly face enter in the pub. He looks like the death alive. That creepy men is called Antoine. He breaths with a mask doing a strange sound. The man calls Estrella.
- Where's John?
- He's in his home - Estrella sais.
- Call him, please.
- We'll close now, tomorrow maybe.
- Call hom right now i say!
Antoine is too furious and kick the chairs.
- Listen that little girl, i came here from too far and i won't leave until i see John.
His words sounds like a roar of an old lion. He shows a gun and Estrella runs to the door trying to scape. But the man caughts the girl.
His dirty tongue lips her face. The man try to break her clothes and she's so scared. He puts the girl on the table and he's touching the woman. Luckely, she gets a bottle and hit the man in his face.
She leaves the pub.

It's snowing outside, and she's almost naked. Antoine is in the streets too, so Estrella run away and goes to a forest. Her skin turns purple, and when she runs, the trees scratch her. She crash with the rocks and fall on the ground.

After the sunrise, nobody see Antoine again, maybe he died frozen. But Estrella still lost in the forest. Sometimes, her ghost appears between the trees and she whispers: the owls eat my eyes.


Juan Almena